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Cuando los ciudadanos se vuelven sospechosos de terrorismo

Regina Menning/ VC8 de julio de 2013

Los servicios secretos de EE.UU. y Gran Bretaña recolectan enormes cantidades de datos para localizar a terroristas. No obstante, no trabajan con mucha precisión, convirtiendo a ciudadanos en sospechosos de terrorismo.

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Imagen: Fotolia/OleGunnar

En un intento de calmar los ánimos en relación al escándalo de espionaje de los servicios secretos estadounidenses, el presidente Barack Obama dijo que el servicio de inteligencia NSA estaba formado por “expertos extraordinarios, dedicados a proteger la vida del pueblo estadounidense”. Sin embargo, esos expertos no se ocupan de evaluar los datos, eso lo realizan las computadoras. Por ello, en la lista de personas sospechosas no solo figuran terroristas, sino también ciudadanos de a pie.

Para que uno se convierta en blanco de los servicios secretos, basta con que el vecino esté involucrado en actividades sospechosas, cuenta Markus Beckedahl, experto en internet y bloguero. Como muchas veces usamos nuestro teléfono celular cerca de donde lo usa nuestro vecino, según Beckedahl, este patrón de comportamiento también nos convierte en sospechosos. Lo mismo, explica, sucede cuando por coincidencia se solapan los perfiles, por ejemplo, si un terrorista compra los mismos libros que uno y visita las mismas páginas de internet”.

Los vínculos entre las personas son las nuevas claves

Desde los ataques a la Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, los servicios de inteligencia de EE.UU. han modificado sus métodos de búsqueda. “Personas que pretenden perpetrar un ataque terrorista no darán a conocer nombres u objetivos. Por ello, los servicios ya no se concentran en el contenido de las comunicaciones, sino más bien en los patrones de comunicación”, explica Wolfgang Krieger, experto en servicios secretos. Hoy en día, los vínculos entre las personas son el centro de interés, tanto en las redes sociales como en lo que respecta a transferencias monetarias a través de bancos o teléfonos móviles.

La sede de la NSA, en Fort Meade.
La sede de la NSA, en Fort Meade.Imagen: Getty Images

Existen rumores de que la NSA y el servicio secreto británico GCHQ pueden procesar un exabyte de datos, es decir, un millón de gigabytes. El espacio de almacenamiento de datos se vuelve cada vez más barato. Markus Beckedahl estima que enormes cantidades de datos ya están siendo almacenadas de forma permanente. Sin embargo, el almacenamiento permanente conlleva el riesgo de que se establezcan vínculos entre individuos de perfiles sospechosos, añade.

La entrada no solo se vuelve más difícil a los EE.UU.

Pero uno solo se enterará de ello cuando ya no pueda entrar a los EE.UU. o cuando ya no tenga acceso a ciertas tarifas de celulares, porque se trata de un proveedor que dificulta el espionaje de las llamadas telefónicas, dice Beckedahl. Ha habido varios casos de aviones a los que se les prohibió aterrizar en EE.UU., porque llevaban a bordo un pasajero que figuraba en la llamada “lista de prohibición de vuelo” (no-fly-list), como el cantante Cat Stevens que, hace algunos años, se cambió el nombre a Yusuf Islam.

También en los controles de aduana en los aeropuertos europeos muchas veces los viajeros se enteran de la recolección de sus datos, cuenta Beckedahl: “Conozco personas que participaron en protestas contra la energía nuclear en Alemania y que, cada vez que quieren entrar a Gran Bretaña, son controlados detenidamente”. Por un lado, señala, se debe a que, en Gran Bretaña, las protestas ambientales colindan con actos terroristas y, por otro, porque existe un intercambio internacional de datos sobre esos activistas.

Autor: Regina Menning/ VC

Editor: Enrique López