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Chakall: recetas para ser feliz

8 de octubre de 2010

La Feria del Libro de Fráncfort no sólo ofrece un amplio menú literario. También ofrece recetas multiculturales, coloridas e innovadoras de la mano de Chakall, un chef argentino con turbante que vive en Berlín.

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Chakall en Frankfurt del Meno.Imagen: picture-alliance/dpa

“Servidas para comer con una sonrisa”, así se imagina Chakall, un cocinero que está haciendo furor en Alemania, como deben ser los platos que se cocinan con el alma. Chakall es un cocinero argentino de raíces multiculturales: indígenas, francesas, vascas, italianas y suizas. Usa turbante en lugar del típico gorro, y vive en Berlín. Se acaba de publicar su libro “Chakall cocina – recetas rápidas con buen humor” (Chakall kocht – schnelle Rezepte für gute Laune), de la editorial Dorling Kindersley, lleno de platos deliciosos que nos hacen viajar por continentes lejanos sin perder la conexión con nosotros, con nuestra vitalidad y alegría.

Su amor por la cocina comenzó temprano, realizando largos viajes por África y América del Sur, de donde extrajo la inspiración para muchas de sus actuales recetas. El turbante es un legado de su paso por África, donde aprendió a apreciar las ventajas de usarlo. Es periodista y habla seis idiomas. Llegó hace poco a Alemania. Sus apariciones en la Feria del Libro de Fráncfort 2009 y, ahora en la de 2010, hicieron furor y despertaron la curiosidad del público.

La cocina de Chakall es de alto nivel y está llena de sorpresas. Sabores argentinos, africanos, caribeños y europeos. Sus recetas son simples, frescas e invitan a un viaje con el paladar por las diferentes culturas del mundo. Carne, pescado, platos vegetarianos, sopas, postres y cócteles. Y eso no es todo: Chakall ofrece sugerencias sobre la música que mejor acompaña a sus platos, al cocinarlos y al degustarlos. El reggae, que siempre lo “pone de buen humor”: Fidel Nadal, Bob Marley y Los Pericos son sus preferidos. Sin dejar de lado a Mendelsohn y a la cumbia.

Cocina para la amistad y para el amor

El libro tiene capítulos con recetas para gente ocupada, como “Cocino algo rápido”, a las que hay que añadirle indefectiblemente música de Cateano Veloso y Andrés Calamaro. Luego, para los enamorados, nada mejor que un cóctel de frutillas, chile y jengibre, el “Hot Baby Hot”, música de Bebo y Cigala (Lágrimas negras) y de Serge Gainsbourg (Couleur Café), y todo está dicho. ¿O tal vez falta un “Salmón con aioli de wasabi”? Sin duda vale la pena no olvidar el “Ceviche con mango y cilantro”.

“Nací en Buenos Aires. Soy el más joven de seis hermanos, y de pequeño me decían Chakall. Cuando íbamos a la Feria de Palermo a ver animales, siempre me perdía. Una vez me fui solo desde Palermo hasta Tigre, y volví en colectivo, convenciendo a los colectiveros de que me dejaran viajar gratis, y así llegué a mi casa a la una de la mañana. Tenía ocho años. Mi madre me dijo: ‘Yo sabía que ibas a volver’. Y parece que aún no ha perdido su amor por los lugares lejanos.

“Para decirlo en pocas palabras: mi cocina es una cocina del día. En Portugal me llaman ‘El rey de la improvisación’: dame ingredientes y te doy platos”, explica. Chakall dejó el periodismo por la cocina. Así define su amor por las letras: “Yo no quería estudiar letras, yo quería escribir, por eso estudié periodismo. Soy cocinero de cuarta generación. Hasta los 16 años crecí en medio de dos restaurantes, el de mi y madre el de mi padre, que estaban separados. A los siete años ya hacía empanadas. A los quince dirigía el restorán de mi madre y tenía que atender a 300 personas por día, lo cual es una base profesional muy buena” subraya.

Cocina y literatura: dos placeres cercanos

Su cocina es humana, a ras de tierra, pero, al mismo tiempo, sus platos hacen volar la imaginación a través de los sabores. Trae ideas de todo el mundo, creando platos de la nada. Chakall cuenta que llegó un momento en el que se hartó de tener olor a comida, y que empezó a darle importancia a su otro amor: la escritura.

“Trabajé siete años en el Cronista Comercial, de Buenos Aires. Hice crítica musical los últimos años. Después vine a vivir a Europa y tuve que elegir entre escribir o cocinar, porque escribir en otro idioma se me hacía complicado. En Europa mi primer restorán fue un éxito. Después viajé por dos años a África, y continuaba con la duda existencial de seguir escribiendo o cocinar. Y decidí dedicarme a cocinar. Pero ahora publico libros escribiendo historias y cocinando, así que termina todo relacionándose. La literatura está mucho más cerca de la cocina de lo que uno piensa,” reflexiona.

A través de sus platos, parecería que Chakall quiere hacer feliz a quien los cocina. “Intento transmitir lo que siento. Cocina y pone música de cumbia para que todos bailen. Lo que hago es un reflejo de lo que soy. Para algunos, soy un payaso. Para otros, un genio. Soy lo que soy, tengo los pies sobre la tierra, para bien o para mal”, dice.

“La cocina es un momento de unión y alegría”

Para Chakall, “la cocina es familia, es amistad, es unión. Es sentarnos a la mesa para compartir. Comer es una excusa para estar con quien queremos estar. Entonces tiene que ser un momento de alegría, de buen humor. Si te sientas con alguien con la que no quieres estar, la comida te cae mal. Cuando llegas a Argentina, lo primero que se dice es ‘vamos a comer’. Y no porque tengamos mucho hambre. Lo que queremos es estar con quienes queremos para compartir ese momento mágico de la comida como nexo. Eso es lo que intento hacer en mi libro: ofrecer recetas para estar con amigos, para enamorados, y transmitir lo que tengo dentro.”

Se fue de Argentina para Portugal en el 97, a preparar su viaje a África. Para ahorrar dinero, comenzó a trabajar en un restorán como ayudante. A las dos semanas, todos notaron que sabía más de cocina que el chef. “Entré al restorán para escribir. Para ver a los portugueses desde otro lado.” Pero el destino quiso que se convirtiera en jefe de cocina. El restorán pasó de tener una media de cinco cubiertos a ochenta en un mes y medio. “Dos meses más tarde había que reservar mesa con dos semanas de anticipación. Yo cocinaba en una cocina abierta frente al público. Fue todo un éxito”, recuerda Chakall.

En el año 1998 montó un restorán afrodisíaco, el primero de Europa. “Se trata de un restorán a donde invitas a una persona y, si acepta, ya está hecho medio camino hacia un encuentro erótico. Además, los platos son importantes, las sugerencias, la psicología, son muchas cosas que hacen el momento.” Luego monté una empresa de catering y tengo varios restaurantes: Quinta dos Frades y Grapa en Portugal.” Además, creó un concepto de comida biológica para curar enfermedades. Y ahora, en Berlín, está por abrir un restorán que se va a llamar ‘Gusto by Chakall’. Ante tanta profusión de ideas y actividades, uno se pregunta cuál será la comida favorita de este chef multifcético. Y así cierra Chakall nuestra charla, contestando a mi pregunta: “Mi plato favorito es uno diferente al que comí ayer.”

Autora: Cristina Papaleo

Editor: José Ospina-Valencia