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Los medios más sencillos pueden ayudar

5 de octubre de 2010

Los pequeños agricultores de la región africana del Sahel lo tienen cada vez más difícil para mantener a sus familias. La culpa es del calentamiento global. El redescubrimiento de una técnica bien conocida puede ayudar.

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Una muchacha acarrea agua: una imagen habitual en el Sahel.Imagen: CC/Staff Of Hope

La región del Sahel, en África occidental, abarca un territorio de tres millones de kilómetros cuadrados. Limita al norte con el Sáhara y al sur con la sabana. Sobrevivir aquí es muy difícil. Nueve países y 55 millones de personas se reparten la región. Junto a Burkina Faso y Gambia, también el Chad, Mali, Guinea-Bissau y Mauritania, así como Senegal, Níger y Sudán. Devastadoras sequías asolaron la región durante todo el siglo pasado. Millones de personas dependen de la ayuda alimentaria. La tala incontrolada de los bosques y un exceso de pastos empobrecen el terreno, lo que provoca que, durante la época de lluvias, las escasas cosechas queden reducidas a la nada y el agua arrastre aldeas enteras.

Un futuro aún más seco

Cracked Earth
Las temperaturas cada vez más elevadas han desertificado grandes superficies.Imagen: CC/United Nation Photos

Pese a que los investigadores del clima no se ponen de acuerdo sobre las causas de las variaciones climáticas, hay cuando menos una cuestión irrebatible: los pronósticos no son halagüeños. “Los investigadores concluyen que, en África occidental, aumentarán los fenómenos meteorológicos extremos. Los periodos de sequía serán más largos y las precipitaciones serán más violentas”, explica HermannLotze-Campen, economista agrario del Instituto de Potsdam para la Investigación de las Consecuencias del Cambio Climático. Según Lotze-Campen, “la meteorología extrema, junto con las ya de por sí elevadas temperaturas por encima de los 45 grados que se registran en los países del Sahel, aumentará la escasez de agua y la aridez de la región”.

Malas noticias, pues, para una región cuya existencia depende en gran medida del éxito de la cosecha del mijo y el algodón. “Menos lluvia significa una cosecha inferior. Según las estimaciones, las cosechas en la región del Sahel retrocederán entre un 20% y un 50% en las próximas décadas. En un momento en el que países como Níger registrarán el mayor crecimiento de población de todo el mundo”, explica Chris Reij, experto en cultivo sostenible del Centro de Cooperaciones Internacionales de la Universidad Libre de Ámsterdam.

Getting water
A menudo, las técnicas sencillas son mejores que la alta tecnología.Imagen: CC/Trees ForTheFuture

Soluciones sencillas

Los problemas no son nuevos. Hace ya tiempo que la región recibe donaciones y cuenta con el apoyo internacional para luchar contra el cambio climático. Es el caso, por ejemplo, de la aldea de Jataba, en Gambia. Allí se ponen en marcha bombas de agua impulsadas por energía solar en el marco de un proyecto financiado por la Unión Europea y dotado con un presupuesto de 114 millones de euros. Unas bombas que, según los planes de los ingenieros, deben servir para abastecer del agua necesaria a la región del Sahel. Y es que “los sistemas de regadío y las técnicas de almacenamiento más sencillas son, en ocasiones, las que mejor funcionan para los agricultores”, afirma DirkThies, quien dirige un proyecto similar en Burkina Faso a cargo de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ): “Cuando entra en juego un sistema de alta tecnología, siempre hay problemas a nivel de inversiones y de conocimientos técnicos”. Hay algunos ejemplos exitosos en diversos ámbitos: desde el tratamiento de agua a la agricultura tradicional.

Construir sobre el saber local

Chris Reij trabaja desde hace ya 30 años en la región del Sahel, lo cual quiere decir que conoce de sobras cuáles son sus circunstancias particulares. En un proyecto llevado a cabo en Burkina Faso se rescató la antigua tradición “Zai”, en la cual las frutas del campo se cultivan en cavidades. Unas cavidades que mantienen el agua durante un largo periodo de tiempo. El agua y los nutrientes se encuentran junto a las raíces de las plantas, lo que permite que éstas puedan sobrevivir más tiempo a los periodos de sequía. Con este método, zonas medio desérticas pudieron ser cultivadas de nuevo.

Zai in Mali
"Zai", una técnica de plantación tradicional, contribuye a convertir en fértiles terrenos baldíos.Imagen: Chris Reij

En el marco de otra iniciativa de la GTZ, a finales de la década de los 80 del siglo pasado, se construyeron muros de piedra en Burkina Faso. Dichos muros siguen la estructura natural del paisaje e impiden el paso del agua de la lluvia y la erosión del terreno.

Iniciativas, todas ellas, desarrolladas a partir de los conocimientos de los habitantes de la región. “Los agricultores del lugar reaccionan de forma muy sensible a los cambios meteorológicos, disponen de miles de años de experiencia”, explica Thies: “Conocen los riesgos y nunca lo apostarían todo a una carta. Honestamente, un agricultor de Burkina Faso está mejor preparado para hacer frente al cambio climático que un colega alemán”.

Retoños verdes

La organización británico-malí Sahel Eco ayuda a los agricultores a cultivar árboles autóctonos. Árboles que proporcionan sombra bajo la que cobijarse de las altas temperaturas, que protegen del viento y suministran humedad al terreno. Sus hojas son, al mismo tiempo, alimento para el ganado y materia orgánica cuando caen al suelo. Ideas que, mientras tanto, han traspasado las fronteras de Burkina Faso. También se implementan en Níger y Mali.

Anabaum (Faidherbia albida)
La esperanza "verde": nuevos árboles en Níger.Imagen: Chris Reij

“Según nuestras investigaciones, en los últimos 20 años alrededor de 500.000 hectáreas de terrenos baldíos en Níger y Burkina Faso se han convertido de nuevo en zonas cultivables gracias a estos métodos”, explica Reij. Además, el nivel de las aguas freáticas ha subido parcialmente en hasta cinco metros. En Níger, además, los agricultores han plantado alrededor de 200 millones de árboles. “Se trata de un desarrollo medioambiental extraordinariamente positivo para la región del Sahel. Nadie podía haberse imaginado algo así”, afirma Reij.

Los retoños verdes de esta recuperación del medio ambiente pueden verse incluso en las imágenes de los satélites, como publicó en 2008 el Servicio Geológico de Estados Unidos.

Una situación en la que todos salen ganando

Según el director de proyectos de la GTZ, DirkThies, una pieza clave de todo el proceso lo constituye el trabajo de los grupos de presión. Hay que instar a los gobiernos a llevar a cabo las correspondientes reformas. Además, se necesita un acceso al mercado. De cara a generar un creciente bienestar, pero también para que los pequeños agricultores tengan la posibilidad de cuidar de sus tierras y de sus árboles. Es la manera, según Thies, de abrir nuevas perspectivas.

Indudablemente, la región del Sahel debe superar un sinfín de drásticos problemas. Sin embargo, para algunos el éxito a pequeña escala resulta una lección importante de cara a las medidas que se deberán tomar en el futuro. “Estos proyectos generan una situación en la que todos salen ganando: ayudan a los agricultores a afrontar el cambio climático y, al mismo tiempo, contribuyen a reducir la pobreza entre la población. Además, se ocupan de garantizar un suministro seguro de alimentos”, explica Reij: “Hay muchas historias de éxito bajo el sol africano, muchas más de las que normalmente se cree”.

Autor: Sonia Phalnikar
Redacción: Emili Vinagre