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BRICS: una oferta envenenada

Astrid Pranger (PK), enviada especial, Fortaleza16 de julio de 2014

Con la fundación de un banco de desarrollo y un fondo de divisas, el BRICS quiere salvar al mundo como alternativa a los norteamericanos. Sus gobiernos, sin embargo, tienen muy otros intereses, opina Astrid Prange.

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Imagen: Reuters

Para muchos países en desarrollo, esas son prometedoras perspectivas. Al fin y al cabo, los programas de ahorro y las privatizaciones impuestas por el FMI cuando este concedía un crédito tuvieron a menudo devastadoras consecuencias.

El nuevo banco de los BRICS es, sin embargo, una oferta envenenada. Los créditos de Shangái para la ampliación de la infraestructura en países en desarrollo son una redituable inversión para los países del BRICS, algunos de los cuales disponen de considerables reservas de divisas. Sus nuevos bancos no son antiamericanos, sino, por el contrario, un espejo del FMI y el Banco Mundial.

El sueño del BRICS de crecimiento económico ilimitado con créditos del nuevo banco de desarrollo recuerda fatalmente a los años 80. Enormes represas, centrales atómicas, puentes y carreteras: el Banco Mundial financió grandes proyectos, de los que se beneficiaron sobre todo grandes transnacionales, pero no la población. Los créditos hicieron aumentar a menudo la deuda externa de los países. Es posible que el banco del BRICS lleve a una nueva edición de esos problemas.

La retórica antiestadounidense no puede ocultar que la política económica de los países del BRICS es a menudo tan imperialista como de la que acusan a Estados Unidos. China está considerada en muchos países africanos la nueva potencia colonial. Terratenientes brasileños controlan en Paraguay la producción de soja y Rusia ejerce presión política a través del precio del gas.

Los nuevos institutos de financiación del BRICS no son más sociales ni justos que el Banco Mundial y el FMI. Son sencillamente expresión del creciente poder económico y político de los países emergentes. Estos ya no dependen de las instituciones de financiación tradicionales, sino que se han transformado ellos mismos en banqueros.

Por otra parte, los países del BRICS son hoy más ricos, pero no por ello más solidarios. Tampoco en la “familia BRICS” ni Brasil ni India reciben apoyo de Rusia y China para acceder a un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. En política interior y exterior, entre los países del BRICS rige el principio de la no intromisión: en cuanto a los intereses de China en Sudán, en la relación entre Rusia y Ucrania y en la guerra de Siria.

La cumbre del BRICS en Fortaleza es un momento histórico, pero no como una afrenta a Washington. Su mensaje es, por el contrario, muy norteamericano: todos pueden lograr el éxito y la competencia es buena para los negocios. Es posible incluso que el banco Mundial y el FMI se alegren de que hayan sido fundadas las nuevas instituciones financieras del BRICS.

Deutsche Welle Astrid Prange De Oliveira
Astrid PrangerImagen: DW/P. Henriksen