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Brasil: ¿una crisis programada?

Fernando Caulyt / José Ospina-Valencia25 de junio de 2013

La alta inflación afecta a los más pobres, cuyo poder adquisitivo se debilita. Bajos intereses calientan además la economía. Gran parte de la población que se ha endeudado reacciona ahora con frustración.

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Sao Paulo, BRAZIL: A customer looks at the limited options of large flat TV screens offered at a supermarket and surrounded by advertisement signs using the Brazilian national colors, in Sao Paulo, Brazil, 19 June, 2006. Due to the enthusiasm aroused by the FIFA WC2006, the sales of LCD and plasma TVs in the last three month exceeded the total sales in 2005, while those of conventional tube models increased 80 percent in relation to the same period in 2005. Also the demand for 29 inches screen exceeded that of smaller 14 inches models. AFP PHOTO/Mauricio LIMA (Photo credit should read MAURICIO LIMA/AFP/Getty Images)
Brasilien Konsum KrediteImagen: AFP/Getty Images

Las coyuntura económica es uno de los elementos clave de las protestas en Brasil, dicen especialistas a DW. El aumento de la inflación y el consecuente aumento del costo de la vida están reduciendo el poder adquisitivo de la población.

Durante los últimos 12 meses, los precios de los alimentos subieron un 14% y los servicios, el 8%, de acuerdo con el Departamento de Estadística y Estudios Socioeconómicos.

"Especialmente los más pobres, están sufriendo bajo la inflación que desde 2010 ha trepado al 5,91%, muy por encima de la meta del gobierno que apuntaba a un 4,5%. Los alimentos en Brasil son demasiado caros", dice Samy Dana, profesor de economía de la Fundación Getulio Vargas (FGV). Hay productos como el tomate cuyo precio se ha incrementado en más del 120% en 12 meses y llegó a costar más de 10 dólares por libra en 2013.

Consumo en reducción

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Es más, "Brasil tiene una de las cargas tributarias más altas del mundo (38% del PIB), comparable con países del norte. Sin embargo, el pueblo no tiene ni transporte, ni educación ni salud de la calidad que paga”, concluye Dana.

El aumento de los precios erosiona los ingresos reales de los trabajadores. La reducción del consumo de energía se observa, sobre todo, entre los 40 millones de brasileños que salieron de la pobreza. "El bajón del número de artículos comprados en supermercados prueba que la clase media está perdiendo su capacidad de compra", dice Celso Grisi, profesor de economía del Instituto de Administración (FIA).

La política de bajos intereses, crédito fácil y compras a largo plazo han sido estrategias del gobierno de Brasilia para facilitar el acceso masivo a los bienes de consumo y estimular la economía. Una práctica que protegió la economía brasileña en las crisis del 2008 y 2009, pero que creó una falsa sensación de bienestar, propiciando el desmesurado endeudamiento de la población.

Una ilusión de bienestar

"El gobierno adelantó agresivas propagandas, haciéndole creer a los pobres que estaban en capacidad de consumir en grandes cantidades, lo que no era cierto”, afirma Grisi.Las expectativas creadas eran más grandes que la realidad. Así se generó una gran frustración, porque muchos se sentían ricos, cuando, en realidad, se estaban volviendo más pobres.”

"La gente empezó a comprar televisores y autos nuevos. Y ahora quieren mejores hospitales”, apunta Alves dos Santos. Según la Confederación Nacional del Comercio (CNC), el endeudamiento de los hogares brasileños había subido en mayo del 2013 al 64,3%. En abril el porcentaje era del 62,9% y en mayo de 2012 la cifra estaba por el 55,9%.

Sin dinero suficiente para las inversiones que urgen

Dilma Rousseff ha propuesto medidas para aliviar la crisis, pero hay muy poco margen de maniobra porque la economía no está creciendo como se espera. En cuanto a la reducción de impuestos y la mejora de los servicios públicos, como lo exigen los manifestantes, Alves dos Santos explica que el gasto público no puede ser recortado y concluye que "queda muy poco dinero para las inversiones necesarias en educación, salud y transporte público".

Autor: Fernando Caulyt / José Ospina-Valencia

Editor: Enrique López