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Brasil: los “soldados del caucho”

25 de enero de 2005

Brasil fue el único país latinoamericano que se unió a los Aliados y envió 26.000 soldados a la guerra en 1944.

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Un avión de guerra Messerschmitt, en marzo de 1940.Imagen: AP


La participación impulsó el avance industrial, aunque no supuso el reconocimiento internacional ansiado. Además hubo víctimas, tanto en el frente, como en Brasil. Tres expertos brasileños explican a DW-WORLD el significado del 8 de mayo de 1945 para su país.

Moinz Bandeira, historiador de la Universidad Federal de Brasilia, es rotundo y no le atribuye a la II Guerra Mundial un interés particular para su país. Aunque este catedrático reconoce la importancia que tuvo el fin de la II Guerra Mundial para todo el mundo, 60 años después de la guerra, Moinz no ve motivo para que los brasileños festejen o lamenten esta etapa que considera totalmente superada.

En cambio, otros expertos brasileños consideran que la guerra tuvo un impacto más profundo. Ricardo Steinfus, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Santa María, ofrece una mirada clínica y libre de valoraciones. Vágner Camilo Alves, que enseña la misma asignatura en la Universidad Católica de Río de Janeiro, es muy crítico con las consecuencias internas para su país.

Steinfus: Cambios profundos en Brasil

Steinfus destaca el envío de 26.000 soldados al frente italiano como única nación latinoamericana. Brasil fue la primera nación de la región que rompió las relaciones económicas y diplomáticas con Alemania y sus aliados, en 1942, seguido por la declaración de guerra en agosto del mismo año.

El veto soviético frustró la aspiración de Brasil de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una recompensa deseada por su participación en la guerra. Además del frente diplomático, el fin de la guerra tuvo un profundo impacto dentro del país.

Por un lado la economía se industrializó, impulsada por el apoyo técnico y económico de los EE.UU.. En el triángulo conformado por San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais surgió un polo industrial, cambiando la cara del país e impulsando su modernización y la migración hacia las urbes, aunque al mismo tiempo marcando un desarrollo desigual entre un sur industrializado y un norte empobrecido y rural. Brasil se integró en el capitalismo internacional y Alemania se convirtió en uno de sus principales socios.

Steinfus destaca que esta experiencia histórica fortaleció al sector militar nacional. A nivel externo, la agenda brasileña se desarrolló de la mano de sus relaciones con los EE.UU., al ofrecerse como un socio fiel de Washington en la región. La guerra favoreció la influencia cultural, económica, política y tecnológica de los EE.UU. en Brasil.

Alves: Brasil pierde

Por su parte, Vágner Camilo Alves enfatiza el impacto en la población brasileña, especialmente en el noreste del país. Allí, la presencia masiva de soldados extranjeros que realizaban maniobras militares, provocó una escasez de determinados insumos en todo Brasil, como por ejemplo el combustible.

Asimismo hay numerosas víctimas olvidadas de la guerra. Los “soldados del caucho”, en su mayoría “nordestinos”, del noreste pobre del país, fueron trasladados a la Amazonia para extraer caucho que sirvió de materia prima para el esfuerzo bélico de los Aliados. Aunque se carece de cifras exactas, lo cierto es que miles murieron, superando las víctimas brasileñas que cayeron en el frente, dice Alves.

En cuanto a las relaciones externas, este experto lamenta que se rompió el equilibrio en las relaciones con Washington. Mientras que la alianza bélica permitió el acceso a tecnología y un trato económico y financiero privilegiado, la posguerra pone de relieve el cambio de enfoque de los EE.UU. hacia el bloque soviético y la Guerra Fría. Al no convertirse en un miembro permanente del Consejo de Seguridad, el final de la II Guerra Mundial también sepultó la idea de una “alianza especial” con Washington, soñada por muchos diplomáticos brasileños.

A nivel interno se vivió un claro impulso hacia el regreso a la democracia, haciendo cada vez más difícil legitimar un régimen autoritario como el de Getúlio Vargas. Así, la recuperación de las libertades políticas e individuales en Brasil, coincidió con el final de la guerra.

Pero la era democrática fue interrumpida en 1964 por un golpe militar. Entre los cabecillas de la dictadura que duró 20 años había muchos antiguos oficiales de la II Guerra Mundial. La fuerza militar brasileña pasó de abrir el camino a la democracia, a volver encarnar su final abrupto con un golpe de Estado.