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Protegiendo el "Jardín del Edén"

21 de enero de 2014

En las tierras más altas de Etiopía no se escatiman esfuerzos para proteger los recursos culturales y biológicos de un emplazamiento ancestral: el lago Tana, donde según los creyentes, se mantiene el Jardín del Edén.

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Imagen: Matthew Jellings

El área que rodea al lago Tana, en las tierras más altas del norte de Etiopía, se encuentra bajo constantes amenazas: desde la deforestación hasta la sobrepesca. Pero la salvación podría estar en sus orillas. Bosques de árboles centenarios forman islas boscosas con tamaños que van desde unas pocas hectáreas hasta cientos de ellas, y contienen gran diversidad de especies. Se trata de los llamados “Bosques de la Iglesia”, y son los restos de lo que originalmente era un área cubierta de bosques en Etiopía.

Estos bosques se han preservado gracias a la labor de sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía, una secta cristiana que ha actuado como guardiana de estas arboledas desde el siglo XVI. Actualmente, en Etiopía quedan todavía miles de estos bosques en un área deforestada de su vegetación nativa. Los seguidores de esta secta creen que los Bosques de la Iglesia deben ser preservados como criaturas de Dios: simbolizan el Jardín del Edén, del Libro del Génesis, y como tal se consideran lugares de adoración que requieren cuidado y devoción, pero no se consideran deidades en sí mismos.

The Ethiopian Orhtodox Tewahido Church
Sacerdotes de la Iglesia de Tewahido se preocupan de conservar estos bosques desde el siglo XVI.Imagen: Alliance of Religion and Conservation / CC BY 2.0

Lamentablemente, estos bosques están en peligro. En una región en la que la fe convive con la agricultura, la conveniencia está por delante de la ecología. Visto desde arriba, resulta evidente que los Bosques de la Iglesia parecen parches verdes en un mosaico de campos, pastizales y poblados. En Etiopía, país acostumbrado a las sequías y a las contiendas, la presión para cultivar cosechas que aseguren el alimento de sus habitantes y el desarrollo económico del país es grande.

La ciencia se une a la fe

No obstante, la investigadora de la región Margaret Lowman y el ecologista Alemayehu Wassie Esthete desean asegurarse de que las futuras generaciones de Etiopía podrán seguir disfrutando de la belleza de los Bosques de la Iglesia. Para proteger lo que queda de ellos, ambos expertos se han unido a otros científicos con ideas similares y sacerdotes locales para conseguir un objetivo común. “Tenemos la misma misión. Ellos los llaman criaturas de Dios, y nosotros lo llamamos biodiversidad, pero todos nos esforzamos por conservarla”, dice la doctora Lowman, directora del departamento de ciencia y sostenibilidad de la Academia de Ciencias de California.

Dr. Alemayehu Wassie
Margret Lowman y Alemayehu Wassie Esthete trabajan juntos para acercar a los etíopes al verdadero valor de la naturaleza.Imagen: Matthew Jellings

Lowman conoció a su compañero etíope, Alemayehu Wassie Esthete, hace varios años en una conferencia de ecología en México. Según Lowman, él es una de las pocas personas del mundo que estudia los Bosques de la Iglesia, junto con unos pocos expertos occidentales. Margaret Lowman es una de las expertas más reconocidas del mundo en ecosistemas de bosques y su funcionamiento. Durante su viaje a México, escuchó la petición para conservar los Bosques de la Iglesia y las pocas oportunidades que el doctor Esthete tenía para continuar con su investigación. Lowman tomó cartas en el asunto.

Islas de diversidad

En 2011, la doctora movilizó a un grupo de científicos para hacer un inventario rápido de Bosques de la Iglesia cerca del lago Tana. Fue el primero de una serie de estudios de gran alcance con la que Lowman espera entender mejor cómo funcionan estos bosques. Asimismo, tiene la esperanza de que con ello la comunidad se interese más en su conservación.

Afortunadamente, la información ya comienza a extenderse. Una encuesta biológica reciente muestra que aproximadamente 170 árboles nativos y especies de arbustos crecen en los Bosques de la Iglesia: una señal positiva para una región que perdió su vegetación original a causa de la deforestación. Las arboledas restantes sirven como bancos de semillas para árboles nativos, y albergan fauna que de otro modo habría desaparecido de la zona.

Estudios recientes también indican que los Bosques de la Iglesia también reportan beneficios a los agricultores locales. Los bosques son un hábitat para las abejas nativas y otros insectos polinizadores que brindan un servicio esencial para el crecimiento de las plantas. Estos insectos aumentan la calidad de las cosechas, y potencian su producción hasta un 40 por ciento.

El respeto por la naturaleza es parte de la religión

Los Bosques de la Iglesia pertenecen a uno de los grupos religiosos de larga tradición dedicados a proteger y preservar los bosques y la naturaleza. Por todo el mundo se levantaron santuarios, monasterios y templos como lugares de refugio hace siglos, si no milenios. Según la Alianza de Religiones y Conservación, se calcula que entre un 5 y 10 por ciento de los terrenos agrestes se mantienen ahora mismo por organizaciones religiosas. Gracias a investigadores como Lowman y Esthete, estas tierras sagradas comienzan a obtener un reconocimiento por su valor como lugares de conservación dignos de estudio y protección.

“Estamos haciendo todo lo posible para salvaguardar al menos algunos de los Bosques de la Iglesia antes de su eliminación total”, escribe Esthete en un correo electrónico. Antes de que eso ocurra, la pareja de expertos manifiesta a la Iglesia Ortodoxa los beneficios de la protección ambiental, facilitando el diálogo entre granjeros, sacerdotes, e involucrando a otros científicos en su investigación.

Steinmauer, Church forest, Äthiopien
Las vallas de piedra supondrías barreras naturales para que no entren animales, y marcarían un claro límite a respetar tanto por agricultores como por autoridades eclesiásticas.Imagen: North Carolina Museum of Natural Sciences / Dr. Meg Lowman

Asimismo, han lanzado un proyecto piloto que incentiva la conservación persuadiendo a los habitantes de la zona y a las autoridades de la iglesia a construir vallas de piedra para demarcar las fronteras de los bosques. No se trata de una tarea fácil, ya que la falta de equipamiento mecanizado implica una cantidad de trabajo manual considerable. Los beneficios que reportaría este proyecto con varios: los agricultores podrían adquirir terrenos adecuados para sus granjas, mientras que las vallas prevendrían futuras invasiones de los Bosques de la Iglesia e incursiones del ganado que se adentra en ellos en busca de forraje.

Y es que ya lo dice el refrán: “Buenas cercas hacen buenos vecinos”. En este caso, también hacen un buen negocio.

Autor: Enrique Gili

Editor: Pablo Kummetz