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Bangladesh: “Una intervención militar dañaría a la democracia”

Thomas Latschan (CP)7 de enero de 2014

Tras las elecciones, Bangladesh está ante una total parálisis política, e incluso una intervención militar. Jasmin Lorch, experta del Instituto GIGA, de Hamburgo, opina que eso sería fatal para el sistema democrático.

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Imagen: MUNIR UZ ZAMAN/AFP/Getty Images

Deutsche Welle: Según los datos oficiales, la Liga Awami, el partido gobernante en Bangladesh, obtuvo una clara victoria con una mayoría de dos tercios. ¿Qué valor real tiene esta victoria si, al mismo tiempo, el país se hunde en el caos?

Jasmin Lorch: Tiene muy poco valor, ya que el Gobierno tiene un problema de legitimación. El mayor partido opositor, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), no participó en las elecciones. Por lo tanto, las alternativas de voto de los ciudadanos eran muy limitadas. Además, también fue baja la participación en sí.

Al mismo tiempo, la situación sociopolítica empeoró. Hubo una escalada de violencia y disturbios con muertos y heridos, algo que se veía venir, a más tardar desde que los partidos de la oposición comenzaron con el boicot. ¿Por qué la jefa de Gobierno, Sheikh Hasina, siguió aferrándose con tanta vehemencia a la fecha determinada para los comicios?

El argumento del Gobierno es que no era posible, de acuerdo con lo que marca la Constitución, posponer la fecha electoral. Pero por aferrarse a esa fecha no se logró un compromiso con el BNP. Por el otro lado, la oposición estaba dispuesta a actos de violencia, y algunos de sus miembros, además de organizar huelgas generales masivas con protestas callejeras, incendiaron locales electorales.

Violencia durante las elecciones en Bangladesh. (5.1.2014).
Violencia durante las elecciones en Bangladesh. (5.1.2014).Imagen: Reuters

En general, el patrón que sigue Bangladesh durante las elecciones se guía por el lema “El ganador se lleva todo”. Básicamente, el partido que está en el poder discrimina fuertemente y hasta marginaliza a la oposición, recortando sus derechos. A eso se suma la corrupción, un fenómeno muy generalizado en ese país. Si la Liga Awami es la que gobierna, se persiguen los delitos de corrupción del BNP, y viceversa. Por tanto, el partido que gobierna se aferra al poder porque teme tener que llevar ante los tribunales a sus propios miembros por corrupción, y también las represalias que eso traería consigo.

¿Qué papel juegan los juicios por crímenes de guerra, que polarizaron tanto a Bangladesh en el período preelectoral?

La Liga Awami creó un Tribunal de Crímenes de Guerra a fines de 2008, poco después de resultar electa, para juzgar los crímenes cometidos durante la Guerra de la Independencia, en 1971. Existen varios veredictos contra presuntos líderes de milicias fundamentalistas islámicas a quienes se acusa de haber cometido masacres. La mayor parte de los procesados pertenece al principal partido islamista del país, el Jamaat-e-Islami. Uno de los condenados ya fue ejecutado. Después de eso se produjeron enfrentamientos violentos entre el Jamaat-e-Islami y el ala estudiantil de dicho partido. Todo indica que la Liga Awami juega por tiempo, un tiempo en el que esos juicios deben concluirse y en el cual el Gobierno llevará a cabo las condenas a muerte del tribunal. Además, la Liga Awami quiere lograr que el BNP corte sus nexos con el Jaamat-e-Islami, que fue su socio de coalición más importante –y el que le permitió obtener la mayoría en los comicios- en los últimos años.

¿Qué rol tienen los militares en este momento? ¿Podrían volver a intervenir si la situación empeora y no se vislumbra una salida?

Es muy posible. Ya pasó algo similar en 2007. Entonces, el BNP era el partido gobernante, y la Liga Awami había amenazado con boicotear las elecciones, también porque opinaba que no iban a ser democráticas. También en ese momento hubo enfrentamientos callejeros entre ambos partidos y represión policial. El Ejército intervino y movió los hilos detrás del Gobierno durante dos años.

Si bien ahora se especula con que se llamará a nuevas elecciones, es muy difícil que los partidos opositores levanten su boicot porque no confían en que se los dejará de discriminar y marginalizar. Se debería garantizar que cada partido participe en el proceso político.