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Auschwitz: ¡nunca más!

Christoph Strack (JOV)27 de enero de 2015

Auschwitz es el símbolo de los crímenes nazis por antonomasia. El testimonio de los últimos sobrevivientes de ese campo de exterminio debemos convertirlo en nuestro compromiso con el ser humano, dice Christoph Strack.

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Holocaustgedenktag Auschwitz Überlebende
Imagen: picture-alliance/dpa

Auschwitz es el lugar del horror. Este es el nombre del mayor campo de concentración y exterminio alemán, sinónimo de la barbarie nacionalsocialista. Una visita al hoy centro de conmemoración hace enmudecer ante la inhumanidad de la que fueron capaces alemanes asesinando a tantas personas de tantos países.

Muchos de los sobrevivientes de Auschwitz nunca regresaron a este lugar. Jean Amery, Tadeusz Borowski y Primo Levi, por ejemplo, nunca pudieron soportar haber sobrevivido y se suicidaron años o décadas después de 1945.

Y quien ha acompañado u observado a antiguos prisioneros de Auschwitz sabe que el horror nunca ha cesado. Las imágenes, el dolor les quedaron grabadas, para siempre. Niños que llegaron aquí de la mano de sus padres o sus hermanos, hoy ancianos que retornan a Auschwitz, nunca han podido olvidar el momento en el que tuvieron que soltar la mano de sus seres queridos.

Durante la conmemoración de 2005 un anciano ya encorvado cruzó, de pronto, las filas de los Jefes de Estado e invitados a la ceremonia, se arrodilló sobre la otrora plataforma de llegada en tren a Ausschwitz, besó el piso y se retiró llorando. Esta escena dijo más sobre lo incomprensible de este lugar que todos los discursos de aquel día.

Un último recuerdo en compañía de sobrevivientes

Este martes están presentes cientos de sobrevivientes del campo de concentración Auschwitz-Birkenau, judíos de numerosos países y unos cien exprisioneros polacos. Esta es la última vez que se cuenta con la presencia de tantos sobrevivientes que hacen de este 27 de enero una conmemoración especial. Deberíamos aprovechar la oportunidad para escucharlos, hasta cuando sea posible. Sus testimonios deberíamos convertirlos en nuestro compromiso.

Debieron pasar cincuenta años antes que los alemanes declararan el día de la liberación de Auschwitz una fecha de conmemoración de las víctimas del nacionalsocialismo. Es una lástima que en la ceremonia de este año, dedicada particularmente a los sobrevivientes, sea el presidente de Alemania y no uno de los sobrevivientes quien exprese sus sentimientos públicamente.

¿Servirá esta conmemoración? ¿Asumen los alemanes su permanente responsabilidad? Los resultados de una reciente encuesta generan irritación. Según ésta, el 81% de las personas consultadas quisiera “poner punto final” al recuerdo de la historia de la persecución de los judíos. Por otra parte, los centros de conmemoración en los antiguos campos de concentración nazis reportan un fuerte crecimiento del número de visitantes en todo el país. También el centro de conmemoración de Auschwitz-Birkenau registró en 2014, con más de 1,5 millones de visitantes, un nuevo récord.

Auschwitz Kinder Befreiung 1945
Liberación de niños en Auschwitz, 1945.Imagen: picture alliance/Mary Evans Picture Library

Ambas cosas demuestran que el Holocausto ( o Shoá) sigue presente en las mentes, aunque no se puede decir que sea la regla ni que todos estén de acuerdo con ello. No es común que los escolares en Alemania visiten un campo de concentración como parte de su educación. ¿Por qué no?

Permanecer vigilantes

En estos días del surgimiento de movimientos populistas de derecha, de manifestaciones de nuevo tipo y la expresión desvergonzada de consignas racistas e insultos xenófobos en Internet es palpable cuán necesario es mantener el recuerdo de los crímenes y horrores nazis.

Necesitamos estar alertas. El recuerdo no se debe convertir en ritual, sino que tiene que debe manifestarse en hechos. El cineasta francés Claude Lanzmann, que ha tratado el Holocausto en sus obras, dice que su intención es visualizar y crear conciencia de las cosas sobre las que se basa el presente.

Y entre ellas está Ausschwitz y la responsabilidad de que seres humanos nunca más atenten contra la dignidad e integridad de otros seres humanos. Se lo debemos a las víctimas y también a la sociedad en su conjunto. Auschwitz persiste como lugar del horror que nos recuerda la obligación de velar porque nunca más suceda algo similar.