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Amistades peligrosas

el/lb2 de febrero de 2009

Benedicto XVI intentó un gesto de reconciliación que acabó dañando a la iglesia católica, dice la prensa europea este lunes.

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Benedicto XVI: fallida reconciliación.Imagen: picture-alliance/ dpa

El papa Benedicto XVI ha buscado un acercamiento con obispos secesionistas que niegan las reformas contenidas en el Concilio Vaticano II. En este camino rehabilitó a un obispo que niega el Holocausto, lo cual acarreó numerosas críticas. La prensa aborda el tema.

El diario parisino Liberation escribe acerca de las controvertidas decisiones papales: „Los obispos franceses defienden al Papa, pero sin mostrar gran convicción. Parece una compasión dispensada por ovejas perdidas. El problema es que a menudo tales ovejas tienen un cuero de tonalidad parda. Son nostálgicos que anhelan los tiempos de Marechal Petain, francés que colaboró con la ocupación nazi; antisemitas poco disimulados que odian cualquier noción de modernidad. No hablamos de una secta folclórica, sino de un grupúsculo tradicionalista asociado con la extrema derecha.”

¿Una secta católica?

El rotativo conservador Die Presse escribe lo siguiente desde Viena: “Joseph Ratzinger es un teólogo brillante. Escribe grandiosos sermones y posee un carisma indudable. También parece conducir a la iglesia católica por un camino que la convertirá en una secta. Sus ataques al ‘relativismo', su ‘reconciliación' con los herederos del secesionista preconciliar Lefebvre y, no por último, el nombramiento de Gerhard Maria Wagner como obispo auxiliar de Linz son pasos de un concepto claro: el de una pequeña grey que repudia todo contacto con el mundo exterior y su diversidad y multiplicidad de significado. Ello resultará en una Iglesia de los católicos cien por ciento puros, una comunidad que jurará lealtad en catacumbas.”

Estrategia antimoderna

En Alemania también hay críticas a las medidas adoptadas por Benedicto XVI. El Westdeutsche Zeitung, editado en Düsseldorf, dice: “Con su estrategia antimoderna, el Papa ha sacado de sus casillas lo mismo a musulmanes que a protestantes, judíos y homosexuales. Ahora irrita a su propia Iglesia. Obispos, sacerdotes y fieles desean otro tipo de fe. Una que sea tolerante y abierta al mundo exterior.”

Unidad a toda costa

El Rheinpfalz de Ludwigshafen apora otra visión al debate: “La unidad a toda costa planteada por Benedicto XVI y la incapacidad de sus cardenales para informarse por anticipado no solamente dañan al Papa mismo sino que le han causado un perjuicio inmenso a la imagen de la Iglesia católica. Será muy difícil compensar este efecto. Ahora, los obispos deberán de ocuparse de limitar el efecto de los daños. ¿Qué pasará si los ultranconservadores mantienen su oposición a todas las reformas planteadas en el Concilio Vaticano II, y siguen rechazando la libertad religiosa? ¿Serán excluidos de nuevo de las filas de la Iglesia católica?”

Amistades peligrosas

En Bonn, el General Anzeiger ahonda aún más en el tema: “La revisión decidida por el Papa es posible y necesaria desde el punto de vista de la propia Iglesia. En su argumentación, Benedicto XVI no pretende abordar la relación con los judíos, sino lograr unidad eclesiásica con quienes se aferran a los antiguos ritos en latín. No habría nada malo en ello. Pero por desgracia, muchos de quienes dirigen la oposición anticonciliar se aferran además a un antijudaísmo que defiende las plegarias por los ‘infieles judíos' que Juan XXIII sacó de la liturgia.”