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Alemania busca la felicidad

Richard Fuchs /Emilia Rojas8 de junio de 2013

¿Cómo cuantificar la felicidad de una nación? En Alemania se buscan nuevos parámetros para medir el bienestar y la calidad de vida.

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Imagen: picture-alliance/dpa

¿Le va bien a una nación cuando la economía está boyante, las acciones suben y el Estado y sus ciudadanos se enriquecen? No solo desde que estalló la crisis del euro hay quienes dudan que un mayor bienestar material signifique efectivamente una mejor calidad de vida. Pero resulta difícil medir aquello que es importante para la gente.

Adiós al PIB

Un grupo de 17 parlamentarios alemanes y 17 científicos pasó dos años ocupándose de este dilema. La Comisión acaba de entregar su informe final, que marca la despedida de una unidad comúnmente utilizada como indicador del éxito de un gobierno: el Producto Interno Bruto o PIB.

En Alemania, la propia canciller Angela Merkel ha tomado cartas en el asunto. “¿Quién se ocupará de ti cuando estés enfermo o débil? ¿Cuánta gente conoces que haría eso con gusto por ti?”. La calidad de vida es mucho más que riqueza material, recordó Merkel ante unos 100 expertos de Alemania y otros países, que debatieron el informe de la comisión.



Lord Richard Layard, director de la sección de calidad de vida del London School of Economics, le da la razón. “Lo que cuenta para la gente es sobre todo la calidad de sus relaciones humanas, la cohesión familiar, el ambiente en el lugar de trabajo y su vecindario”, indica.

La experiencia del silencio

El tiempo para dedicar a la familia, al esparcimiento y a los amigos se ha vuelto un bien escaso. Por eso, Karma Tshiteem, representante del equipo de gobierno de Bután, propone un cambio de rumbo. En lugar de ligar la felicidad a tasas de crecimiento, se debería determinar el progreso de una sociedad con otras categorías. Estándar de vida, atención de salud, educación, buenas prácticas de gobierno y ecología son buenos indicadores del avance de una nación.

En Bután se aplica la fórmula 8 x 3: ocho horas de trabajo, ocho horas de tiempo libre y ocho horas para dormir. Sobre esa base se elaboran las leyes. Y hay otras particularidades. Por ejemplo, en los colegios se practica diariamente la meditación. “Eso no significa que los alumnos tengan que permanecer horas sentados como estatuas de Buda, sino que se trata de que vivan a diario la experiencia de dos o tres minutos de silencio, para que eso se transforme en parte de su estilo de vida, porque es bueno para el cuerpo y el espíritu”, dice el representante de ese país asiático.

Multiplicidad de factores

“Lo que es bueno para la gente no lo puede determinar ningún gobierno”, sostiene en cambio Ben Warner, quien trabaja en Jacksonville, una comunidad de Florida que publica cada año un índice de calidad de vida de su ciudad. Warner explica que no lo elaboran las autoridades, sino asambleas ciudadanas. “Queremos que los propios ciudadanos determinen qué es importante para ellos”, explica.

El resultado de la comisión alemana no tiene tantos rasgos de democracia de base. Pero todos los expertos coinciden en que hay que tomar en cuenta muchos factores, en lugar de limitarse obstinadamente a medir el rendimiento económico. Por ejemplo, la ecología y el equilibrio social deberían convertirse en indicadores del progreso de una sociedad.

Autor: Richard Fuchs /Emilia Rojas
Editor: Diego Zúñiga

Merkel, en el foro sobre calidad de vida.
Merkel, en el foro sobre calidad de vida.Imagen: DW/R.Fuchs